El tren de las oportunidades: ¿estamos preparados para verlo pasar?

Hay historias que se quedan con nosotros, relatos que, aunque simples, contienen una profundidad que no siempre comprendemos al principio. Una de esas historias es la del tren de las oportunidades: ese tren metafórico que, dicen, pasa solo una vez en la vida y que, si no estamos atentos, podría desvanecerse para siempre.

Hace poco, recordé esta historia mientras hablaba con mi madre. Me contó cómo, años atrás, dejó pasar una oportunidad de cambiar de trabajo porque “no era el momento”. Este fenómeno puede explicarse desde la psicología cognitiva, ya que nuestro cerebro tiende a priorizar la zona de confort sobre la incertidumbre, lo que se denomina sesgo de statu quo. Aunque no se arrepiente de su camino, mi madre no puede evitar preguntarse cómo habría sido su vida si hubiera tomado ese tren. “No te quedes siempre esperando el momento perfecto”, me dijo, “porque a veces, el tren pasa antes de que te des cuenta”.

El tren que no siempre vemos

Desde un enfoque neuropsicológico, la percepción de las oportunidades está influenciada por nuestra atención selectiva: el mecanismo que nos permite enfocar en ciertos estímulos mientras ignoramos otros. A menudo, las oportunidades no llegan con un gran anuncio ni con luces intermitentes. Pueden ser sutiles: una conversación casual, una idea que parece insignificante o una decisión tomada casi de forma automática. Solo con el tiempo, al reflexionar sobre nuestras decisiones pasadas, identificamos su impacto en nuestra trayectoria vital, un proceso conocido como evaluación retrospectiva.

En mi experiencia personal, recuerdo un día cualquiera en el que, casi sin pensarlo, acepté participar en un proyecto de un amigo. Estaba a punto de decir que no, pero mi intuición —una forma de procesamiento implícito basada en experiencias previas— me hizo decir: ¿y si…? Ese pequeño acto impulsivo resultó ser el inicio de un cambio significativo en mi vida profesional.

El miedo a perder el tren

El miedo a perder oportunidades está relacionado con el fenómeno psicológico conocido como FOBO (Fear of Better Options, o miedo a mejores opciones). Este temor puede ser paralizante, llevándonos a dudar constantemente de nuestras decisiones. Además, la rumiación, o el acto de reflexionar repetidamente sobre lo que podría haber sido, puede convertirse en un obstáculo para avanzar.

Sin embargo, ¿y si no hay solo un tren? Tal vez la vida nos ofrece múltiples oportunidades, pero nuestro sesgo hacia la visión de túnel puede impedirnos verlas. Mi abuela solía decirme: “No te preocupes si un tren se va, porque siempre habrá otro. Lo importante es que estés lista para subirte cuando llegue”. Esta sabiduría refleja un enfoque de resiliencia, es decir, la capacidad de adaptarnos y encontrar nuevas oportunidades incluso después de haber perdido alguna.

La preparación: ¿cómo estar listos para nuestro tren?

Estar preparados para aprovechar las oportunidades implica desarrollar competencias como la inteligencia emocional, la autorregulación y la autoevaluación crítica. Estas habilidades nos permiten identificar nuestras emociones y motivaciones, gestionar el miedo al cambio y evaluar las decisiones desde una perspectiva lógica y no impulsiva.

Además, es importante trabajar en nuestra mentalidad de crecimiento, un concepto propuesto por Carol Dweck que sugiere que las habilidades y el éxito se desarrollan a través del esfuerzo continuo. Esta mentalidad nos ayuda a interpretar las incertidumbres y los fracasos como aprendizajes, transformando el miedo en acción.

Un ejemplo claro lo vivió una amiga, quien conoció a su pareja en una situación aparentemente insignificante: decidió asistir a un evento social al que no quería ir. Este tipo de experiencias se relacionan con el concepto de sincronicidad, definido por Carl Jung como la conexión significativa entre eventos aparentemente no relacionados. ¿Cuántas veces dejamos pasar estas conexiones porque no estamos emocionalmente disponibles para reconocerlas?

Reflexionando sobre nuestro camino

La próxima vez que te enfrentes a una decisión, por más pequeña que parezca, haz una pausa consciente. En psicología, esto se denomina mindfulness: prestar atención plena al momento presente sin juicio. Pregúntate: ¿Y si este es mi tren? Tal vez no lo sabrás con certeza, pero quedarte quieto tampoco te dará respuestas. La vida, como los trenes, no siempre avisa, pero si escuchas con atención, puedes sentir cuándo es momento de subir.

Recuerda: aunque sientas que un tren ya partió, la vida sigue siendo una estación llena de posibilidades. Tal vez haya otro tren esperándote justo a la vuelta de la esquina, y esta vez, con las herramientas psicológicas adecuadas, podrás reconocerlo y aprovecharlo al máximo.

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